La estructura moral de la Iglesia Católica podría derribarse como un “castillo de naipes”, si no encuentra un nuevo equilibrio con respecto al aborto, los homosexuales y la anticoncepción, declaró el papa Francisco durante una entrevista otorgada a la revista jesuita La Civiltá Cattolica el pasado agosto y publicada este jueves por más de 16 publicaciones.
A seis meses de ocupar el puesto como Pontífice, Francisco conversó con el sacerdote Antonio Spadaro, editor de la publicación, sobre distintos temas, desde su pasado y sus errores, a sus compositores favoritos, al rol de la mujer en la Iglesia y el papel de la Iglesia en este momento histórico.
Su visión de lo que la Iglesia debe ser destaca, pues contrasta fuertemente con muchas de las prioridades de sus predecesores inmediatos, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Ambos eran intelectuales para los que la doctrina era de suma importancia, una orientación que ha guiado la selección de una generación de obispos y cardenales de todo el mundo .
Francisco apuntó a que el dogma y las enseñanzas de la Iglesia no son iguales en todos lados.
“El ministerio pastoral de la Iglesia no puede estar obsesionado con la transmisión de una multitud desunida de doctrinas impuestas de forma insistente. Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio,” explicó.
Más bien, dijo, la Iglesia católica debe ser como un “hospital de guerra después de la batalla”, donde primero se curan las heridas de los fieles y se busca a quienes están heridos, han sido excluidos o se han alejado. “¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto”.
“La Iglesia a veces se enfrasca demasiado en cosas pequeñas, en reglas de mente estrecha “, lamentó. “Los fieles quieren pastores, no clérigos que actúen como burócratas o funcionarios del gobierno,” opinó.
Obispos estadounidenses han expresado públicamente su consternación de que Francisco no ha forjado aún las enseñanzas de la Iglesia local en materia de aborto, anticoncepción y homosexualidad. A menudo los obispos estadounidenses se encuentran al frente de estas guerras culturales, como fue el caso de la ofensiva de Benedicto XVI contra las monjas de EU, quienes fueron acusadas de dejar al lado la doctrina para trabajar por la justicia social y los pobres- postura respaldada por Francisco.
Francisco, el primer jesuita en ser Papa, habló también de sus errores como superior de la orden jesuita en Argentina durante la década de 1970. “Jamás he sido de derechas. Pero mi manera autoritaria de tomar decisiones me creó problemas”, dijo .
Hace dos meses causó polémica durante su regreso del Día Mundial de la Juventud en Río de Janeiro cuando los medios le preguntaron sobre el caso de sacerdotes homosexuales, a lo que contestó: “Si buscan a Dios y tienen buena voluntad ¿Quién soy yo para juzgarlos?” .
“Hay que pensar siempre en el otro. En la vida, Dios acompaña a las personas y nosotros tenemos que acompañarlos, a partir de su situación específica. Hay que acompañarlos con misericordia. Cuando eso sucede, el Espíritu Santo inspira al sacerdote a decir lo correcto,” comentó.
La clave es que la iglesia acoja y no excluya; que muestre misericordia, no condene.
“Esta iglesia es casa de todos, no una pequeña capilla que contiene sólo un pequeño grupo de personas selectas. No debemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido que proteja nuestra mediocridad “, dijo .
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