Unas horas después del tiroteo en la sede de la Armada en Washington, el presidente Barack Obama reconoció este martes su impotencia para evitar que las armas de fuego caigan en manos peligrosas y prevenir las masacres.
"No tenemos un sistema de control del historial de los compradores suficientemente firme y esto es algo que nos hace vulnerables a este tipo de matanzas", dijo el presidente en una entrevista con José Díaz-Balart en Telemundo, la televisión en español propiedad de la NBC.
"Me preocupa que esto se convierta en un ritual por el que pasamos cada tres o cuatro meses. Sucede un tiroteo terrible, todo el mundo expresa el comprensible horror, apoyamos a las familias... Y, sin embargo, somos incapaces de tomar algunas medidas básicas", se quejó el presidente, que en abril ni siquiera consiguió que el Senado, de mayoría demócrata, aprobara una reforma para registrar las pistolas y comprobar el historial criminal de quienes las compran después de la masacre en el colegio de Sandy Hook en Newtown.
En la entrevista, que se emitirá íntegra este domingo en el programa 'Enfoque', Díaz-Balart preguntó a Obama por su discurso del lunes sobre la situación económica de Estados Unidos, que según algunos analistas debió suspender al hilo de la masacre de Washington. El presidente recordó que se había referido al tiroteo al inicio de su intervención y defendió la necesidad de abordar un asunto que considera urgente por la negociación sobre el techo de deuda que se avecina durante el otoño. "El Congreso tiene mucho que hacer ahora", dijo Obama.
"Una cierta facción de los republicanos aboga por cerrar el Gobierno federal y hasta por una quiebra que supondría perder nuestracredibilidad financiera en todo el mundo si no consiguen todo lo que quieren. Por eso creo que es muy importante comprender que es urgente que el Congreso siga adelante y mantenga viva la recuperación".
Los republicanos no sólo se oponen a aumentar el techo de deuda. También bloquean algunas iniciativas clave del presidente como la reforma migratoria. El Senado aprobó a finales de junio el proyecto que podría regularizar la situación de millones de hispanos. Pero su destino depende ahora de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, cuyo presidente John Boehner no ha anunciado en qué fecha piensa someterla a votación. "No me importa dejar que la Cámara retoque el proyecto siempre y cuando la ley que llegue a mi despacho resuelva los problemas importantes", dijo Obama.
"Necesitamos mejorar la seguridad en la frontera, asegurarnos de que quienes explotan a los trabajadores sin papeles reciben un castigo, mejorar nuestro sistema migratorio para que personas que llevan años esperando entrar en el país puedan hacerlo y abrir una puerta a la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados". Díaz-Balart preguntó a Obama por qué no deja de deportar a los hispanos sin papeles.
El presidente respondió que su obligación es cumplir la ley aunque no esté de acuerdo con ella y subrayó que la prioridad es presionar a Boehner para que someta la reforma a votación: "Hay votos suficientes. El único obstáculo es que él ha decidido que no quiere someter ahora el proyecto a votación. No debería tener miedo de la opinión de la mayoría en este asunto. La inmensa mayoría de los ciudadanos estadounidenses creen que tenemos que actuar".
Obama quiere ahora centrarse en la agenda doméstica y pasar página de la crisis siria. Pero la semana próxima tendrá que volver al asunto, cuando le toque hablar ante la Asamblea General de la ONU y encontrarse con otros líderes de la comunidad internacional. En Telemundo, insistió en que ahora confía en la vía diplomática para Siria pero dijo que "como comandante-en-jefe" se reserva el derecho "de hacer algo" si los intereses de Estados Unidos están en juego.
También reconoció que no es deseable la permanencia del presidente Bachar Asad, con quien Washington negocia ahora el desarme químico con Rusia como mediador. Interrogado sobre si Asad es mejor que el caos que le puede suceder, Obama dijo: "No creo que nadie en el mundo deba aceptar que alguien que mata a decenas de miles de personas, incluyendo niños, mujeres y otros civiles indefensos, sea el gobernante preferible para ningún país".
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